A los cuatro años de edad,
Eduardo se acercó a un mendigo que rebuscaba en la basura
para darle su bocadillo. El comportamiento altruista o
prosocial implica ayudar a los demás sin esperar nada a
cambio. Son actos que a menudo implican costos, riesgo o
autosacrificio por parte de la persona que los realiza.
¿Qué hace que algunos niños
sean generosos y compasivos con los demás, se acerquen a
consolar a un compañero que llora y sean sensibles antes las
necesidades de otras personas?
Los genes pueden predisponer
a un niño hacia la empatía. El comportamiento prosocial
aparece pronto en la infancia. Incluso antes de los dos años
de edad, los niños ayudan a otros, comparten sus
pertenencias y alimentos y ofrecen consuelo. Estos
comportamientos surgen de la capacidad del niño para
imaginar cómo se siente otra persona y desarrollar un
sentimiento de responsabilidad por los demás.
Los niños altruistas tienen
una avanzada capacidad de razonamiento y son capaces de
asumir el rol de otros. También son activos y tienen una
mayor confianza en sí mismos. El resto de los niños suelen
preferirlos como compañeros de juegos.
La influencia de los padres
Aunque los niños puedan nacer
con cierta predisposición genética hacia el altruismo, la
familia ejerce una influencia fundamental para promover o no
este comportamiento.
El amor y el respeto hacia los hijos es una de las mejores formas de promover el altruismo, pues estos niños se sienten seguros con el amor de sus padres y no tienen dudas de que les quieren.
Los niños que en la etapa de la infancia y primeros pasos tuvieron un vínculo afectivo seguro con sus padres, tienen más probabilidades de responder ante la aflicción de otros niños, tienen más amigos y sus profesores los consideran más competentes socialmente.
Los padres de estos niños enseñan con su ejemplo y enseñan a sus hijos a ponerse en el lugar de los demás, con preguntas como: ¿Cómo te sentirías tú si fueras ella? ¿Cómo crees que se siente Juan por haberse quedado sin el pastel que le has quitado? Es decir, si un niño se lleva algo que no es suyo, no le dan una charla sobre la honestidad ni le pegan o le llaman malo, sino que tratan de apelar a sus sentimientos y empatía.
Los niños altruistas saben que sus padres esperan de ellos honestidad y caridad, y que cumplan con sus responsabilidades en el hogar. Además, estos padres buscan también otros modelos y leen cuentos o muestran a sus hijos programas de televisión que enseñen empatía, cooperación y participación. Estos programas ayudan a los niños a ser compasivos, generosos y caritativos.
El amor y el respeto hacia los hijos es una de las mejores formas de promover el altruismo, pues estos niños se sienten seguros con el amor de sus padres y no tienen dudas de que les quieren.
Los niños que en la etapa de la infancia y primeros pasos tuvieron un vínculo afectivo seguro con sus padres, tienen más probabilidades de responder ante la aflicción de otros niños, tienen más amigos y sus profesores los consideran más competentes socialmente.
Los padres de estos niños enseñan con su ejemplo y enseñan a sus hijos a ponerse en el lugar de los demás, con preguntas como: ¿Cómo te sentirías tú si fueras ella? ¿Cómo crees que se siente Juan por haberse quedado sin el pastel que le has quitado? Es decir, si un niño se lleva algo que no es suyo, no le dan una charla sobre la honestidad ni le pegan o le llaman malo, sino que tratan de apelar a sus sentimientos y empatía.
Los niños altruistas saben que sus padres esperan de ellos honestidad y caridad, y que cumplan con sus responsabilidades en el hogar. Además, estos padres buscan también otros modelos y leen cuentos o muestran a sus hijos programas de televisión que enseñen empatía, cooperación y participación. Estos programas ayudan a los niños a ser compasivos, generosos y caritativos.
En una investigación se
estudió a 406 personas no judías que entre 1930 y 1940
habían arriesgado sus vidas para ayudar a los judíos en
países ocupados por los nazis, y los compararon con personas
que no habían prestado ayuda. Los padres de las personas que
habían ofrecido ayuda habían hecho énfasis en principios
éticos como la compasión y el cuidado hacia los demás y en
un sentido de la justicia que se extendía hacia personas que
no conocían. También se habían comportado de forma altruista
con sus propios hijos. Dieron menos valor a la obediencia,
la importancia del yo o la acumulación de dinero. Quienes
ayudaron a los demás, también manifestaron tener relaciones
familiares estrechas. Sus padres los habían disciplinado con
técnicas que implicaban el razonamiento, la explicación, el
consejo, la persuasión y las sugerencias sobre cómo corregir
un error, en vez del castigo físico o el autoritarismo
("porque lo digo yo").
La influencia de la escuela
Los profesores que demuestran
un comportamiento prosocial y son amables, estimulan este
tipo de comportamiento en los niños. En San Francisco, los
profesores del Child Development Project establecieron un
programa para favorecer el comportamiento altruista en los
niños.
Desde el jardín de infancia, los niños escuchan historias
sobre comportamiento prosocial. También leen libros y ven
películas que muestran este tipo de comportamiento, y se les
anima a ayudar a otros estudiantes y a desarrollar servicios
comunitarios. Los niños de estas escuelas son más
colaboradores e interesados en otras personas.
Que interesante!!...en nuestras escuelas se debe incentivar el desarrollo del altruismo, ya que contribuye con los estudiantes, con la escuela y con la sociedad.
ResponderEliminarTanya Pichardo.
el altruismo se debe fomentar en los niño para que desarrollen esta valiosa capacidad de ayudar a los demás si esperar nada a cambio de esta forma los niños aprenden a valorar lo que tienen.
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